Un brote de crecimiento es una fase de transición en la vida del recién nacido en la que el desarrollo ocurre más rápido de lo habitual. Durante los primeros meses, los bebés crecen de forma irregular, como si siguieran una curva de crecimiento, pero en determinados momentos, el desarrollo se acelera y alcanza un pico.
Para recuperar el equilibrio temporalmente perdido, es bueno que los papás y mamás primerizos sepan reconocer y lidiar con todos los brotes de crecimiento, uno tras otro. Esta etapa está acompañada de síntomas típicos y se pueden tener bajo control con estrategias sencillas: a través de este artículo, te queremos dar una breve guía que te ayudará a lidiar con los pequeños grandes cambios del peque.
¿Cómo llega el brote de crecimiento y cómo reconocerlo?
Durante un brote de crecimiento, el peso, la longitud y la circunferencia de la cabeza del bebé, crecen muy deprisa. Aunque se trata de un fenómeno completamente normal, está claro que supone cambios en el pequeño. Por eso, los síntomas característicos que suelen aparecer con los brotes de crecimiento son:
- Unaalteración del sueño, el bebé duerme más o menos de lo habitual;
- Unaumento del apetito y de la voracidad, independientemente del tipo de lactancia;
- Irritabilidad, nerviosismo y llanto frecuente, sobre todopor la noche;
- Deseo ynecesidad de que lo lleven en brazos y de estar en estrecho contacto con la madre.
En cada brote, todo esto suele durar dos o tres días, pero en algunos casos puede durar hasta una semana. Estos son días intensos para toda la familia y pueden ejercer mucha presión sobre mamá y papá.
Reconocer un brote de crecimiento y saber cuándo está a punto de llegar – o tener una idea aproximada–ayuda mucho a estar tranquilos y a afrontarlo con serenidad, que nos hace falta mucho en este periodo. Las etapas, más o menos fijas, son las siguientes:
- brote en la segunda/tercera semana de vida
- brote en la sexta/octava semana de vida
- brote de crecimiento a los 3 meses
- brote de nuevo a los 6 meses
- brote a los 9 meses
En cada uno de estos momentos, como decíamos, parece que el peque crece muchísimo. Ya sea a nivel físico - el peso puede variar mucho, incluso de un día para otro – y también a nivel de conducta y a nivel psicológico. No es nada raro que, después de un estirón, el peque aprenda cosas nuevas, como a seguir un objeto en movimiento con los ojos (al mes), a hacer movimientos rápidos y a coger cosas (a los tres meses), la lalación (a los seis meses) o a gatear, (a los 9 meses).
¿Cómo podemos ayudar en la medida de lo posible a nuestro bebé en momentos así?
Cómo hacer frente a los brotes de crecimiento del recién nacido
Tal y cómo acabamos de ver, los síntomas de un brote de crecimiento se centran, en gran parte, en la alimentación, el sueño y el comportamiento. Por ello, también las estrategias para ayudar al peque tocarán estos ámbitos.
Si estás amamantando a tu pequeño, al ver que siempre tiene hambre y que quiere comer, puede que creas que tu leche ya no basta para saciarlo. La realidad es que si la lactancia está bien avanzada y el bebé sigue aumentando de peso correctamente - de 140 a 200 gr. a la semana durante los primeros tres meses, y 80 gr. entre los tres y seis meses - no hay razón para preocuparse. Continúa alimentándolo de forma natural como siempre lo has hecho, siguiendo su ritmo y dejándolo mamar a demanda. De esta forma, tu producción de leche aumentará y será más que suficiente para satisfacer sus necesidades nutricionales.
Y entonces ¿qué se recomienda hacer en caso de brote de crecimiento con la leche artificial? Si le das biberón al peque, es probable que, en estas etapas tan especiales, tengas que aumentar la cantidad de leche que toma. En este caso, estar al tanto de todo es tal vez más sencillo, porque así sabes las dosis exactas que le das, día a día, y puedes ir adaptándote a sus necesidades sin demasiado esfuerzo. Lo importante es seguir siempre las indicaciones del pediatra, que será quien sepa aconsejarte a la perfección, en base al peso y a la edad de tu bebé.
Hay un error que se debería evitar, ya sea si estás amamantando o si das el bibi, y es la de ofrecer al peque alternativas cuando tiene hambre. Nada de agua, de infusiones ni de chupe – a menos que esté acostumbrado – porque podrían alterar su sensación de saciedad y de nutrirse correctamente.
Además de los consejos que tratan sobre la nutrición, también queremos darte otras sencillas sugerencias:
1. Pide ayuda, dirígete al pediatra, habla con la matrona o con expertos para distinguir con exactitud lo que es un brote de crecimiento del peque y lo que pueden ser otros problemas.
2. Intervén nada más te des cuenta de lo que necesita el bebé, amamanta más y con más frecuencia si lo necesita y consuélalo cuando esté nervioso.
3. Si lo estás amamantando, asegúrate de que estás comiendo y bebiendo lo suficiente, la alimentación en la lactancia es crucial para darle a tu cuerpo todas las sustancias nutritivas y las calorías que necesita.
4. Acuérdate de que, aunque sean duros, los brotes duran pocos días y son perfectamente normales. Intenta no ponerte nerviosa, trabaja en la serenidad y dale mucho afecto… ¡que te ayuden en casa si no puedes con todo!
Al final del primer año de vida, normalmente, el bebé ya mide 75 centímetros y pesa, más o menos el triple de lo que pesaba al nacer, además de haber adquirido algunas capacidades físicas y motoras. No serán el papá y la mamá los que determinen si cada momento de “crecimiento” se ha superado con creces, sino que será el pediatra. De hecho, es el profesional que supervisará que todo esté bien. Si tienes dudas sobre el tiempo en el que se dan las etapas de crecimiento o cómo reconocerlas, habla con un pediatra y verás como sabrá cómo ayudarte.
En cualquier caso, estamos seguros de que con algo de paciencia y con todo el amor que te une a tu bebé, no tendrás problema en superar con serenidad cada uno de sus brotes, uno detrás del otro.