Para algunos es un no rotundo, otros lo desaconsejan y otros lo aprueban. Nunca se es demasiado cuidadosa durante el embarazo, pero para algunas, no teñirse el pelo puede resultar un verdadero inconveniente.
Teñirse el pelo durante el embarazo no es un no rotundo (luego veremos el por qué), lo importante es asegurarse de utilizar productos libres de sustancias tóxicas (como el amoníaco, el resorcinol y la parafenilendiamina), probarlos primero en la piel en una zona pequeña para asegurarte de que no tener reacciones alérgicas...
Sin duda, sería mejor evitar el primer trimestre, que siempre es el más delicado también para las futuras mamás
Pero te daremos información sobre esto en los párrafos siguientes.
De momento, es importante insistir en una cosa: nadie puede sustituir a tu ginecólogo, así que incluso para cuestiones que pueden parecer triviales, como teñirte el pelo, siempre debes pedirle consejo.
¿Cuáles son los riesgos de teñirse durante el embarazo?
No es fácil evaluar los riesgos de los colorantes sobre el bebé, porque si bien es cierto que desde 2009 la composición de los colorantes en la Unión Europea está regulada por normas sanitarias muy cuidadosas, también lo es que todo lo que toca la piel se absorbe y, por tanto, atraviesa la placenta.
Los productos para teñir el pelo que se venden habitualmente en las tiendas y en las peluquerías españolas son seguros en general para la salud y, en particular, durante el embarazo.
Sin embargo, hay productos de dudosa calidad, importados de países no europeos donde las normas son menos estrictas, así que ten cuidado y elige una buena marca.
El problema de los colorantes no es sólo la toxicidad de sus ingredientes, sino también las reacciones alérgicas que pueden provocar en las futuras mamás, más sensibles durante este periodo.
Por ello, es aconsejable utilizar tintes ya utilizados o, si se utiliza uno nuevo, probarlo aplicándolo primero en una pequeña zona de la piel para ver si aparecen signos de irritación.
¿Qué tintes pueden utilizarse durante el embarazo?
Las mechas y reflejos no entrañan riesgos porque el tinte no entra en contacto con el cuero cabelludo, que absorbe la sustancia y entra en el organismo. Lo mismo puede decirse de teñir de las puntas
La decoloración, no es recomendable porque los productos pueden estar exentos de sustancias de riesgo.
En cuanto a los tintes, en general hay muy buenos productos en el mercado hoy en día, muy cuidadosos de no utilizar sustancias tóxicas.
Por supuesto, es mejor asegurarse de ello leyendo la lista de ingredientes y señalando a tu peluquero los cuidados especiales que necesitas.
Si tienes el cuero cabelludo irritado o con lesiones, ¡no es el momento de teñirte!
Para los colores, es esencial no sobrepasar los tiempos de fraguado indicados en las instrucciones, aunque el producto sea natural.
¿Se puede utilizar la henna?
En general, la henna se considera más segura porque es natural y no está contraindicada durante el embarazo.
Los tintes de henna actúan en la parte más externa del cabello, sin penetrar en él. Por tanto, tiene una coloración menos agresiva, ya que no son tintes permanentes.
Sin embargo, incluso en este caso es bueno asegurarse de utilizar un buen producto y prestar atención a los ingredientes de la etiqueta.
El pigmento responsable del tono rojo de la henna, la lawsona, es tóxico en determinadas cantidades. Para garantizar su inocuidad, la concentración máxima de lawsona en el tinte es del 1,4%. Las mejores marcas de cosméticos respetan esta indicación, pero todavía hay marcas que producen un tinte con concentraciones más elevadas de esta sustancia.
¿Cómo cubrir las canas durante el embarazo?
Una cosa es un cambio radical en el color del pelo durante el embarazo y otra muy distinta vivir con canas, que pueden hacer que te sientas incómoda contigo misma.
Siempre es mejor esperar hasta el final del primer trimestre que es el más delicado. Después, si el ginecólogo está de acuerdo, se puede pasar a los tintes naturales.
La decisión de teñirse o no durante el embarazo es una decisión que debe tomarse valorando las propias necesidades -siempre diferentes de las de las demás- y los riesgos, que son mínimos, sobre todo si se eligen los productos adecuados.